La sal para lavavajillas, aunque también cloruro de sodio como la que añadimos a nuestros platos para incrementar su sabor, no se puede sustituir por la que utilizamos para cocinar ya que está diseñada para que no aumente la dureza del agua, que es lo que puede estropear el lavavajillas. Además, está formada por granos mucho más grandes, lo que facilita una disolución lenta y que no bloquee el depósito correspondiente.
La función de la sal para lavavajillas es evitar que la cal del agua se deposite en vasos y platos. También previene que se vaya incrustando en las paredes y la resistencia térmica del lavavajillas, produciendo importantes averías. La cal incrustada hace que se gaste más energía en el proceso de lavado porque primero debe calentarse la cal y luego calentar el agua: doble gasto.
El uso de la Sal para lavavajillas y Sal para descalcificadores evita todo esto, lo cual supone un ahorro energético y económico.
Modo de uso: Se pone en el cubículo para la sal en el lavavajillas tal cual. No te preocupes si está mojado cuando vayas a reponerla, ya que al final se convertirá en una salmuera cuando se utilice.
Es recomendable cambiar la sal del lavavajillas una vez al mes.